En la quietud de mi habitación, meditabunda de las cosas que he vivido, no me queda más remedio que repasar muchas de las escenas vividas a lo largo de mi existencia, y concluir cuál de ellas justifica mi presencia.
Si yo fuera una simple flor, obtendría el placer del aire de la mañana, y el rocío de la lluvia, así como el saludo del radiante sol, pero sé que no podría caminar por el mundo.
Si yo fuera un volcán, todos sentirían el poder que emana de mi interior, y cobijaría las extensas llanuras de verde pasto en mi falda, pero también sabría que solo sería parte del paisaje.
Por lo que me siento contenta de ser lo que soy, porque apreció el aroma de las flores y la potencia de la naturaleza, pero sobre todo, compartiría con los seres queridos, todo eso y mucho más, pues ellos saben lo importante que soy para ellos, y por eso prefiero ser quien soy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario